Una conjuntivitis es una inflamación de la conjuntiva, la membrana mucosa que recubre la parte blanca de los ojos y está en contacto con los párpados. Existen distintos tipos de conjuntivitis (alérgicas, bacterianas, estacionales, virales) pero a grandes rasgos se pueden catalogar en 2 grupos:
Infecciosas
No infecciosas
La conjuntivitis bacteriana forma parte del grupo de las conjuntivitis infecciosas. Su fuente de contagio puede ser múltiple y variada, por lo que con frecuencia es difÃcil distinguir la causa desencadenante. Entre los principales focos de contagio de la conjuntivitis bacteriana podemos encontrar:
Contacto mano – ojo
Descompensación de la flora normal
Factores extrÃnsecos
Reflujo de microorganismos patógenos
Sustancias contaminadas del medio, como polvo y partÃculas
Su periodo de incubación puede variar entre dos dÃas y un par de semanas, dependiendo de las causas que la origine. Sus principales sÃntomas son ojo rojo, sensación de cuerpo extraño, lagrimeo y la presencia de secreción verdosa, verde amarillenta o purulenta.
Estas secreciones se acumulan por la noche (debido a la ausencia de parpadeo) y pueden llegar a adherir los párpados por la mañana. La presencia de éstas son la piedra angular para poder diagnosticar la conjuntivitis bacteriana.
Un ojo que amanece con abundante lagaña y con los párpados adheridos son claves para diagnosticar una conjuntivitis bacteriana.
Esta secreción también puede darse durante el dÃa pero será variable en función de la gravedad del cuadro clÃnico, es por ello que es recomendable realizar aseos palpebrales durante el dÃa para eliminar estos residuos.
La complicación más frecuente de las infecciones bacterianas es su tendencia a la cronicidad debido a tratamientos insuficientes, resistencia a los antibióticos o por infección del borde palpebral y glándulas de Meibomio, a esta infección se le llama Blefaroconjuntivitis, que son estados infecciosos del borde palpebral.
Pasados unos 5-10 dÃas con el tratamiento correcto el pronóstico es bueno.